"No somos una secta ni un grupo escogido de conspiradores; nacemos de la clase obrera y el pueblo, somos pues hombres comunes, sencillos y alegres.

Amamos el pan y el vino, la alegría de vivir, las mujeres y los niños, la paz y la mano cordial del amigo, la guitarra y los cantos, las estrellas y las flores. No somos iracundos ni desarraigados, ni gente que pretende meter la vida en los zapatos estrechos de la fraseología, como lo hacían con sus pies las antiguas mujeres chinas. Marx nuestro maestro hizo suya la frase de terencio: "Nada de lo humano me es ajeno". Por lo mismo también amamos el oscuro heroísmo del trabajo revolucionario de todos los días y no tememos por eso el otro trabajo, cuando toca, de vencer la tortura, las balas o la muerte"


Rodney Arismendi

viernes, 18 de febrero de 2011

El reparto de la torta

El reparto de la torta
Editorial de “El Popular” 18/2/2011

El debate sobre la distribución de la riqueza se ha instalado definitivamente en la sociedad.
Siempre lo tuvo como prioridad el movimiento sindical organizado y lo planteó reiteradamente; sólo por recordar un antecedente, el PIT-CNT lo ubicó como fundamental en sus reuniones con los candidatos presidenciales en el año 2009.
Lo ha comenzado a debatir orgánicamente el Frente Amplio, en el Secretariado, en la Mesa Política y en todos sus sectores. Lo está analizando, en diferentes niveles, el gobierno, desde el Presidente de la República, pasando por el Ministerio de Economía, hasta la propia OPP. Lo analiza, obligada y con notorio malestar, la derecha política, mediática y empresarial.
Esa sola constatación constituye un hecho político trascendente. Un gobierno de izquierda, además de su gestión -o mejor dicho como parte importante de la misma-, debe promover una agenda nacional alternativa y lo debe hacer a contrapelo de la agenda de la derecha.
El nivel de equidad en la distribución de la riqueza, (que no del ingreso, precisión que nada tiene que ver con el purismo semántico), es un elemento central para medir el grado de justicia social en una sociedad.
El gobierno del FA ha logrado reducir la pobreza y la indigencia, incrementar los salarios, la cobertura social y de salud; eso es así y lo es, valga la redundancia, porque hay gobierno de izquierda.
Con la derecha la situación del país sería muy otra; alcanza con recordar las propuestas de Ernesto Talvi desde El País, de la Cámara de Comercio y de Luis Alberto Lacalle. El asunto es que el capitalismo, y el dependiente aún más, en su funcionamiento, genera concentración de la propiedad, concentración de la producción y concentración de la riqueza. Es su razón de ser.
Está claro que es un debate central y que no será fácil. Pero no lo será por las razones que pretende la gran prensa: la diversidad de opiniones en el FA, los posicionamientos internos, las ya tragicómicas definiciones de buenos y malos, duros y blandos, responsables e irresponsables

y la infinita gama de absurdas calificaciones que eluden el problema central.

El debate por lograr una distribución más justa de la riqueza es en primer lugar y fundamentalmente con la derecha, con el bloque social, político e ideológico-mediático de la oligarquía.
Para ponerlo en números, hablamos del decil 9 y 10 de la escala, del 20% más rico de la sociedad, que se apropia del 47% de la riqueza; mientras la mitad de la población sólo accede al 22.7%; y si lo ponemos en los dos deciles más pobres, el 1 y el 2, sólo acceden al 5.7%.
Hablamos del sector que se beneficia del aumento extraordinario del precio internacional de la carne, de la soja, el arroz, la leche y la pasta de celulosa; el que ha generado ganancias enormes.
De los que tienen 8.793 millones de dólares depositados en el exterior. Hablamos de una riqueza que no es posible, aún, establecer con absoluta precisión, pero alcanza con decir que si se suman los activos financieros en plaza y los depósitos de uruguayos en el exterior se llega a una cifra de 45.793 millones de dólares, lo que da una idea de la plusvalía generada en nuestro

país y transformada, en este caso, en capital financiero.

Ese bloque va a defender su situación privilegiada y es tarea de la izquierda y de su gobierno modificarla. Además de las razones de identidad política, de coherencia con el proyecto histórico y de respeto al programa de gobierno hay una más elemental: no se puede construir un Uruguay productivo, con justicia social, con mayor soberanía e independencia sin limitar esa apropiación de la riqueza concentrada, aún en los marcos del capitalismo.
No está en cuestión la necesidad de crecer, pero el problema no es el crecimiento en sí mismo.
El problema es qué se produce y para quién. Cómo se realiza el proceso de producción y cómo se distribuye la riqueza generada. La distribución de la riqueza no puede verse desvinculada de la producción ya que las relaciones de distribución tienen su base en la relaciones de producción.
El proceso de concentración y extranjerización de la propiedad de los medios de producción que se está viviendo en nuestro país provoca un ciclo similar en la distribución de la riqueza. De ese calado conceptual, de esa esencialidad democrática, en el sentido más profundo y abarcativo, se trata este debate.
Por supuesto que es un debate delicado. Por supuesto que será una lucha difícil. Por supuesto que habrá presiones y maniobras de la derecha. Incluso repitiendo viejas fórmulas como por ejemplo revestir sus argumentos de seriedad y descalificar por supuestamente voluntaristas o no científicos, los argumentos contrarios.
Carlos Marx en su prólogo a la primera edición de El Capital, en 1867, ya advertía contra ello: “En economía política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen, El carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado”.
Para profundizar el proyecto de cambios y avanzar hacia un Uruguay productivo, solidario y con justicia social es imprescindible avanzar en la distribución de la riqueza.
Un primer paso es asumir el debate, sin miedos. Es saludable y deseable que la sociedad uruguaya debata sobre la distribución de la riqueza, como lo es que lo haga sobre la educación, sobre la vivienda; son los ejes de la izquierda, son los ejes que permitirán una participación y una movilización ciudadana; son los ejes que necesita el país y su gente y además, son los ejes que la derecha no quiere.
El segundo paso será tomar las medidas y luchar democráticamente por su aplicación.
El debate está planteado y cada quién, con fraternidad y con responsabilidad, pero también con decisión, planteará sus puntos de vista. El presidente de la República José Mujica, el ex presidente Tabaré Vázquez y el PITCNT han dicho públicamente que hay que mejorar la distribución de la riqueza.
En la Mesa Política del FA, y más allá de las declaraciones de prensa, todos los sectores estuvieron de acuerdo en que hay que mejorar la distribución de la riqueza. Ahora la discusión es cómo, con qué instrumentos, a qué ritmo, con qué profundidad.
El debate está planteado, bienvenido sea.

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